miércoles, 8 de abril de 2009

“Una no es ninguna…”







Viviendo en una ciudad tan pacífica como lo es Tlacotalpan, aunado esto al delicioso clima primaveral del lugar, muchas veces se me antoja tomar una cerveza helada al mediodía y sin hacerme del rogar, disfruto de su sabor comiendo algún pescado de los que aquí cocinan… tampoco voy a negar, que de vez en cuando me tomo una copa de vino, leyendo un buen libro o simplemente observando el cielo estrellado de las noches veracruzanas.

Según yo, la bebida apareció como un acompañante de la comida y también como un relajante momentáneo; aunque como muchas cosas en la historia de este mundo, hay quienes la han llevado a los extremos, al grado que constantemente escuchamos la famosa frase de que “una no es ninguna” y es cuando se termina en la embriaguez.

El alcoholismo o dipsomanía es una dependencia, con características de adicción, a las bebidas alcohólicas y en la mayoría de los casos, esta adicción es provocada por la influencia del ambiente social en el que vivimos.

Ingerir sin límite bebidas alcohólicas, supone un serio riesgo para la salud que a menudo conlleva diferentes enfermedades y por sus efectos, se puede llegar a tener accidentes imprudenciales, conductas agresivas, trastornos psicológicos y sobre todo, una gran disminución de la calidad de vida.

No cabe duda que el consumo excesivo y prolongado de esta sustancia, va obligando al organismo a requerir mayor cantidad para sentir los mismos efectos, hasta que llega a un límite en el que se invierte la supuesta resistencia y entonces se “asimila menos”…por eso, tolerar más alcohol es en sí, un riesgo de alcoholización.

Conozco varias personas que llegaron al alcoholismo, por beber para salir de un estado de dificultad, para socializar o por problemas de baja autoestima y otros que querían demostrar lo que no eran o por sentirse muy machos, cayeron en el vicio sin darse cuenta y destruyeron su vida y la de los que lo rodeaban.

A mí me preocupa que muchos chavos que veo, se dejan llevar por los efectos de la bebida y sin notarlo, realizan actos ridículos y se entregan a la borrachera sin pensar lo que eso atrae, con el único fin de sentirse “diferentes”.

En fin…ojalá entendamos que ese tipo de cosas en la vida, se inventaron para que las gocemos y no para perdernos en ellas…como sucede en este día, donde levanto mi copa para brindar, por todos aquellos que cumplen años.

Todo es cuestión de medida y con esa medida que solo yo me impongo, seguiré disfrutando una cerveza helada en un día caluroso o una copa de vino en la quietud de la noche y desmentir la frase…por supuesto que una, es una…dos, son dos y tres…ya es borrachera.


Posdata…

“El alcohol provoca el deseo, pero frustra la ejecución”. (William Shakespeare)